El pacto de las colonias by Laura Azcona

El pacto de las colonias by Laura Azcona

autor:Laura Azcona [Azcona, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-02-08T00:00:00+00:00


* * *

El ser humano tiene una tendencia innata a mitificar cosas. Creamos catedrales que funcionan como estadios de fútbol y estadios de fútbol que funcionan como catedrales. Lugares de culto. Personas de referencia. Dioses de nuestros tiempos. Muchos de ellos son fruto de la sobreexposición mediática; otros, simples mortales a los que nosotros mismos hemos otorgado una posición divina porque nos resulta cómodo, porque mientras haya alguien a quien adorar habrá alguien en quien fijarse. Y eso evita que el resto de las miradas caigan sobre uno mismo. No vaya a ser que, si nos miramos dentro, se nos termine de fastidiar el día.

Aitor también mitificaba personas, aunque no fuera del todo consciente. Por ejemplo, estar comiendo ahora mismo delante de Blanca Pérez de Obanos le producía la misma sensación que si hubiera ganado un meet and greet con los mismísimos Radiohead. Aquella semana se estaba convirtiendo en una nebulosa. Estaban pasando demasiadas cosas. Una bomba de carga emocional que iba a terminar por aplastarle completamente las entrañas. Porque, si no era por sustos, sería por las propias mariposas que sentía ahora mismo mirando a aquella mujer.

Habían salido de comisaría acompañados por un agente, casi en total silencio. La inspectora había entregado una copia de las fotos del diario a Blanca para que lo estudiara mejor. Recorrieron el pasillo dejando atrás una estela de cavilaciones sobre lo ocurrido en aquella sala. Barcos, galeones, marineros, piratas, un diario y un tesoro. En Hondarribia. Y su amigo, que ya no estaba.

¿En qué momento el mundo se había puesto patas arriba?

Al llegar a la salida, Blanca le preguntó si tenía hambre. Y Aitor, que se había cogido un par de días en el trabajo para sobrellevar la concatenación de sustos, dijo que sí. Pero en su fuero interno sabía que no se habría perdido esa comida por nada del mundo. Cogerse un día de vacaciones bien valía una comida de dos horas con Blanca Pérez de Obanos.

Caminaron unos minutos hacia el Segundo Ensanche, un barrio tranquilo y repleto de comercios donde convivían bares y restaurantes de toda la vida con otros más recientes. Se decidieron por La Bankada, un sitio pequeñito, con comida tradicional, pero con un estilo muy desenfadado.

Un camarero con más tinta en la piel que los propios calamares que llevaba en el plato les ofreció sentarse en la terraza. El restaurante solo contaba con tres mesas en el exterior y, aunque hacía calor, la temperatura a la sombra era bastante agradable. Había muy poca gente por la calle. Durante la segunda quincena de julio, Pamplona suele quedarse huérfana y parecía que aquel año la gente no se decidía a volver a la ciudad.

La comida no tardó en llegar. Unas endivias con queso y nueces para compartir, arroz de sepia y gambón para ella y raviolis cuatro quesos al gratén para él, con ración extra de nervios.

Blanca estaba radiante. Al menos, a ojos de Aitor. Sus movimientos eran sutiles y esbeltos, como si estuvieran perfectamente coreografiados. Sin embargo, la luz



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